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Porqué nuestros antepasados son decenas de miles, pero no de millones

En teoría, nuestros antepasados son tantos que podrían constituir la población de una gran ciudad, como ser por ejemplo Barcelona. La combinación de nuestros ancestros es explosiva: tenemos dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciseis tatarabuelos, y así sucesivamente. En la generación décima (año 1750 aproximadamente), tendríamos 1024 ancestros. Si consideramos que una generación en promedio es de unos veinticinco años (o sea, que en promedio se tienen hijos a esa edad), y si nos remontamos veinte generaciones (lo cual sería aproximadamente hacia el año 1500), tendríamos la friolera de 1.048.576 personas sólo en esa generación! (sí, más de un millón de antepasados). Para los entendidos en matemática, este número surge de elevar 2 a la veinteava potencia, ya que en la primera generación arriba nuestro - la de nuestros padres - hay dos personas (2 a la 1), en la de los abuelos hay 2 al cuadrado, en la de los abuelos hay 2 al cubo, etc.

Ahora bien. Este número enorme parte del supuesto de que ninguno de esos antepasados se casó con otro miembro del tal frondoso árbol genealógico. Sin embargo, ese supuesto es falso, ya que es seguro que muchos de nuestros antepasados tuvieron descendencia con otros miembros de la parentela, como ser en general primos, ya sea directos, segundos y terceros. La prueba más simple para apreciarlo es que sabemos que en el pasado más remoto existía menos gente que hoy en día, y no más. De hecho, se estima que en el año 1000 la población mundial era de unos 300 millones de habitantes, y si hacemos el cálculo de cuántos antepasados tuvimos en la generación que vivió en esa época (generación 40 aproximadamente), el resultado nos da 1.099.511.627.776 (más de un billón de personas, o sea, más de un millón de millones de ancestros), lo cual excede por mucho la población de 1500 (y no sólo eso, sino que es más que toda la población que habitó el planeta desde aquel entonces).

Para visualizarlo con un ejemplo, tengamos presente que la tercera generación de ascendientes de un matrimonio está formado en teoría por dieciseis personas (los ocho bisabuelos de cada cónyuge). No obstante, si los cónyuges fueran primos segundos entre sí y en consecuencia tuvieran dos bisabuelos en común, la cifra de antepasados en la tercera generación de ascendientes se limitaría a catorce, en lugar de los teóricos dieciseis. Por lo tanto, este cambio produce efectos exponenciales hacia las generaciones más antiguas, reduciendo así el número que arroja el simple cálculo descripto al principio.

La mayoría de las personas y genealogistas están satisfechos al poder
rastrear unas pocas generaciones, como ser la generación de los tatarabuelos y la siguiente, lo que de por sí suele involucrar un importante esfuerzo de búsqueda. Focalizarnos en las generaciones más cercanas obecede tanto al hecho de que las registraciones civiles y parroquiales tienen a perderse hacia el pasado más lejano, así como a que los antepasados más próximos son aquellos con los que más tenemos en común, desde el punto de vista genético como asimismo cultural.

¿Cuántas uniones "endogámicas" hay en nuestro árbol genealógico?

Se estima que a lo largo de la historia, un 80% de los matrimonios tenían lugar entre primos segundos (primos que tienen en común al menos un bisabuelo). Esta proporción hoy en día nos sorprende por alta. Sin embargo, debe recordarse que hasta épocas no muy lejanas, se vivía en pequeñas poblaciones y aldeas, y no existían los grandes movimientos migratorios de la actualidad.

La realidad que arroja la investigacón genealógica y la ciencia de la demografía es que nuestro árbol genealógico tiene la forma de un diamante, y no de una pirámide. Cuando nos remontamos unas pocas generaciones a partir de nosotros y hacia el pasado, el árbol crece; pero si pudiéramos seguir retrotrayéndonos hacia los tiempos más pretéritos, veríamos que la forma empieza a angostarse, hasta que hipotéticamente, llegaríamos a unos pocos ancestros. En la narración bíblica, se trata ni más ni menos que de Adán y Eva, mientras que de acuerdo a los últimos descubrimientos científicos, son los primeros hommo sapiens sapiens, oriundos del Cuerno de Africa.

La genealogía es apasionante y si aún no lo has hecho, puedes emprender tu propia investigación genealógica accediendo a recursos como censos digitalizados, registros de inmigración y repositorios de árboles genealógicos que crecen día a día.