Cómo lograr una conexión emocional profunda con tu hijo adolescente

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La adolescencia es una época de confusión emocional, pero también puede ser el prólogo de un poderoso crecimiento emocional y de la creatividad.

Pero, justamente por esa confusión emocional, suele ser un período de desconexión entre padres e hijos.

Para lograr superar esa barrera casi natural y alcanzar una conexión emocional profunda con tus hijos, puede ser muy positivo valorar esas emociones, aunque nos parezcan intrascendentes o no logremos comprenderlas totalmente.

Una segunda etapa de desarrollo emocional

Los niños pequeños se caracterizan por una sensibilidad muy lábil, con estados anímicos sorprendentemente tormentosos (berrinches) provocados por la tensión entre su necesidad de autonomía y su dependencia inevitable de los padres o de los adultos a cargo.

Cuando creemos que la situación ha sido superada, en la adolescencia reverdecen en nuestros hijos esos conflictos, agravados por el hecho de que tienen mayores responsabilidades y expectativas acerca de la vida.

Los cambios hormonales, el estrés de la escuela y la familia, y el hecho de que el cerebro aún no está completamente desarrollado, especialmente en las áreas de juicio, razonamiento, y resolución de problemas, conforman un cóctel explosivo.

Los padres suelen considerar muchas de las explosiones emocionales de sus hijos adolescentes como exageradas, sin justificación real e incluso negativas.

Pero si lo que desean es alcanzar una relación emocional buena con sus hijos lo que deberían intentar es valorar esas emociones y apoyarlos en el conflictivo proceso de maduración, de manera que se sientan acompañados y puedan comunicar sus necesidades y carencias sin sentirse como inadaptados sociales.

En la adultez solemos olvidar cómo nos sentimos y cómo nos desempeñamos en nuestra adolescencia, y vemos la realidad con los ojos de los adultos que somos.

Por ejemplo, como no podemos permitir que nuestra emocionalidad altere nuestras obligaciones diarias, obligamos a nuestro adolescentes a que actúen de la misma manera, aunque aún no estén neurológicamente adaptados para hacerlo.

Si tu adolescente viene y te plantea, por ejemplo, que no consigue tener la cantidad de amigos que desearía en su grupo de estudio, en lugar de restarle importancia, palmearle el hombre y decirle que “con el tiempo tendrá muchos amigos”, o “reprocharle” que es muy tímido o prepotente, lo mejor puede ser mostrarte interesado por su inquietud y conectarte desde la empatía para que él o ella pueda descargar su tristeza y verbalizar su angustia.

En general, los adolescentes necesitan más de alguien que los escuche y sea capaz de acompañarlos en su proceso, que de alguien que les solucione las cosas.

Una etapa de emociones muy intensas

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa de emociones muy intensas, y por eso a los adultos a veces nos resulta difícil entenderlos.

El adolescente tiene la capacidad de vivir la vida al máximo, y por eso puede sentirse unas veces malchumorado, otras deprimido y otras ansioso. Nada le es ajeno, y por eso es hipersensible.

Esa hipersensibilidad, si no es apreciada adecuadamente en el hogar, puede conducirlo a integrarse en grupos de pseudo pares y terminar en el consumo de drogas o participando en movimientos políticos extremistas.

Otra manifestación típica de muchos adolescentes es la creatividad, e incluso una hipercreatividad. También la necesidad de nuevas experiencias, que los padres deberán tratar que se encaucen por canales positivos.

Para lo cual tendrán que estar atentos a los cambios conductuales y no intentar cancelarlos pero sí compartirlos evitando conflictos generacionales.

Tal vez lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos adolescentes es escucharlos que, por cierto, no es lo mismo que oírlos.

Dedicarles tiempo de atención legítima es mucho mejor que darles consejos, sermonearlos o corregirlos.

La adolescencia puede ser una época tormentosa, difícil para los padres, pero también es una época de increíble desarrollo cerebral y crecimiento emocional y creativo.

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