Comer bien, sentirse mejor: La conexión entre la alimentación y la salud mental

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Todos sabemos que lo que comemos afecta nuestra salud física.

Pero pocos consideramos que los alimentos pueden influir en nuestra salud mental, en nuestro estado de ánimo y en el desarrollo de afecciones como la depresión, la ansiedad o el trastorno por déficit atencional e hiperactividad (TDAH).

Aunque muchos profesionales e investigadores de la salud mental aún se resisten a aceptarlo, varios descubrimientos recientes han demostrado que ya nadie puede negar la relación entre nutrición y salud mental.

En los años noventa del siglo pasado, una comparación entre países demostró que existía correlación entre el consumo de pescado en la alimentación habitual y tasas más bajas de trastorno depresivo mayor.

Desde entonces ha corrido mucha agua bajo los puentes, y sucesivas investigaciones han explorado la influencia de las dietas y los suplementos en la salud psicológica, provocando el surgimiento de cursos y centros dedicados a la investigación de la psicología nutricional.

Dieta y salud mental

Esas investigaciones han determinado que los alimentos que promueven la salud cardiovascular y la salud física en general también mejoran la salud mental.

Se ha demostrado que las dietas deficientes en vitaminas, minerales y micronutrientes, y abundantes en alimentos ultraprocesados con poca variedad nutricional, parecen exacerbar la depresión y otros problemas de salud mental.

Si el cerebro no obtiene los nutrientes adecuados, la salud mental puede verse afectada, y esto se aplica especialmente a los niños y jóvenes en proceso de desarrollo.

Por esta razón, un aspecto importante de la tarea de los expertos consiste en educar a los profesionales de la salud, y al público en general, acerca de la importancia de una alimentación saludable que proporcione al cerebro un funcionamiento adecuado.

Por ejemplo, para producir serotonina, un neurotransmisor que proporciona sensación de bienestar, y que es el objetivo de muchos medicamentos antidepresivos, el cerebro debe atravesar una serie de pasos metabólicos que dependen de la presencia de muchos factores, incluidos la riboflavina, el cobre, el calcio y la vitamina B1, elementos que son normalmente provistos por una alimentación saludable y abundante en nutrientes de buena calidad.

Y la serotonina es solamente uno de los neurotransmisores utilizados por las neuronas para comunicarse entre sí y con los tejidos sobre los cuales actuarán, cada uno de los cuales necesita su propio conjunto de cofactores específicos para funcionar de manera eficiente.

Además, una dieta saludable también reduce la inflamación excesiva en el cuerpo; potencia la actividad de las mitocondrias, que producen trifosfato de adenosina que, a su vez, proporciona energía a las células; y ayuda al microbioma intestinal, alimentándolo con microbios digestivos saludables, que a su vez reducen la cantidad de microbios no saludables.

Todos estos sistemas están relacionados con la salud del cerebro y, por lo tanto, también deben ser buenos para la salud mental.

Microbioma y salud mental

Un capítulo aparte merece la atención que se le está prestando en los últimos años a las investigaciones que relacionan la salud intestinal con la salud mental.

Un reciente estudio evaluó las dietas y la diversidad del microbioma intestinal de doscientas trece mujeres en el tercer trimestre de embarazo y luego analizó los resultados en el desarrollo emocional de sus hijos, a los dos años.

Se comprobó que las madres con una mayor diversidad de bacterias beneficiosas, que habían consumido dietas prenatales más saludables, evaluadas con estudios de materia fecal, tenían hijos menos ansiosos o retraídos que los niños cuyas madres tenían microbiomas intestinales menos diversos durante el embarazo.

Otro estudio, involucró el trasplante fecal, que se realizó tomando bacterias del intestino de un donante sano y transfiriéndolas a una persona con depresión, y concluyó que la intervención era posible de realizar y aceptable para los participantes, arrojando buenos resultados en cuanto a la disminución de la depresión.

Un metaanálisis de dieciséis ensayos controlados aleatorios, en su mayoría con muestras de personas que tenían depresión no clínica, encontró que las intervenciones dietéticas redujeron significativamente los síntomas depresivos.

Si bien se necesita más investigación con muestras más grandes, ya que esto no significa que, modificando solamente el microbioma o la dieta, se pueda obtener la desaparición de la depresión, tal vez en un futuro cercano pueda ser un auxiliar muy importante en el tratamiento de esta patología emocional.

Dieta y TDAH

Los investigadores también están estudiando cómo las diferentes dietas afectan otras condiciones de salud mental, y están descubriendo que las dietas que contienen alimentos integrales y diversos nutrientes, como los que se promueven en las dietas mediterránea y japonesa, pueden tener un impacto positivo en el trastorno por déficit atencional e hiperactividad (TDAH).

También están descubriendo que los suplementos de vitaminas y minerales de alta calidad, así como los aminoácidos y los probióticos, también pueden ayudar.

En 2014, se realizó el primer ensayo controlado aleatorio ciego para examinar los efectos de un suplemento de micronutrientes (vitaminas y minerales) en adultos con TDAH, el cual fue administrado durante ocho semanas.

En comparación con treinta y ocho participantes que tomaron un placebo, cuarenta y dos que tomaron el suplemento informaron tener menos síntomas de TDAH, como falta de atención, hiperactividad e impulsividad, al final de las ocho semanas.

Complementariamente, entre los participantes que tenían depresión de moderada a grave al comienzo del estudio, los que tomaron el suplemento tenían muchas más probabilidades de reportar un estado de ánimo mejorado al final del estudio que los que tomaron el placebo.

En un segundo ensayo, se compararon los resultados de una fórmula de micronutrientes de amplio espectro en niños diagnosticados con TDAH, a los que se suprimió la medicación convencional durante diez semanas, comparado con niños que recibieron un placebo.

Al final del estudio, el treinta y dos por ciento de los niños que tomaron el suplemento mostraron una mejoría clínicamente significativa en los síntomas de falta de atención, en comparación con el nueve por ciento de los niños que tomaron el placebo.

También se notaron otros beneficios proporcionados por este tratamiento, como una reducción de la ira y una mayor capacidad para regular las emociones y superar los factores estresantes, de parte de los niños que habían sido tratados con la formulación de micronutrientes.

Además, los niños del estudio no tuvieron que lidiar con los efectos secundarios que pueden producir los medicamentos tradicionales para el TDAH, como mareos, cambios de humor, pérdida de apetito y dificultad para dormir.

Al aplicar intervenciones nutricionales que no producen efectos secundarios, algunos niños pueden mejorar su funcionamiento y aprender mejor.

Cómo incorporar la importancia de la alimentación en la práctica terapéutica

Los profesionales de la salud mental, tanto psiquiatras como psicólogos, podrían aprender los conceptos básicos de la nutrición que les permitan tener conversaciones con los pacientes sobre el riesgo del consumo elevado de alimentos ultraprocesados y sus consecuencias sobre una peor salud mental, tal como actualmente lo hacen respecto de los efectos nocivos del consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas.

Podrían comenzar por señalar al paciente los resultados de las investigaciones que demuestran que lo que se come influye sobre el estado de ánimo, para luego informar sobre los beneficios para la salud de una dieta a base de alimentos integrales, abundantes en nutrientes de buena calidad y libres de conservantes, colorantes, grasas trans y exceso de azúcar.

Luego de pedirle a los pacientes que describan qué, cómo y cuánto comen, evitando realizar juicios de valor acerca de los alimentos y bebidas consumidas, podrían sugerirles hacer algunos cambios, en caso de que sea necesario.

En la actualidad tanto los psicólogos como los practicantes de disciplinas relacionadas con la salud mental, están realizando estudios vinculados con la nutrición para incorporar a sus prácticas una orientación holística, que incluya brindar a los pacientes un enfoque conductual que comprenda la alimentación, además de otras prácticas que abarquen un enfoque de salud integral, que incluya el sueño, la actividad física, y la socialización.

Y los resultados obtenidos suelen ser muy alentadores para estos profesionales porque sus pacientes comienzan a sentirse mejor, con menos problemas digestivos, más activos y de mucho mejor humor.

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