Adolescentes, imagen corporal y redes sociales

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Dado que los jóvenes pasan entre seis y ocho horas diarias frente a las pantallas, los profesionales de la salud dicen que se pueden tomar algunas precauciones para contrarrestar los aspectos negativos de las redes sociales vinculados con la imagen corporal.

Al menos es lo que ha demostrado un estudio realizado recientemente que involucró a estudiantes universitarios de hasta veinticinco años de edad.

Hallazgos de un reciente estudio

Un nuevo estudio muy reciente, realizado en Canadá, demostró que los jóvenes preocupados, e incluso angustiados, por su imagen corporal que redujeron el uso de las redes sociales en un cincuenta por ciento durante unas pocas semanas lograron sentirse mejor con su aspecto físico y su peso.

La investigación involucró a doscientos veinte estudiantes universitarios de entre diecisiete y veinticinco años.

La adolescencia es un período vulnerable para el desarrollo de problemas de imagen corporal, lo cual acarrea trastornos alimentarios y enfermedades mentales.

Las redes sociales enfrentan a esta población vulnerable, que suele transcurrir muchas horas semanales conectados a dispositivos electrónicos, con imágenes de personas aparentemente perfectas, como estrellas del espectáculo o modelos, lo cual lleva a internalizar ideales de belleza imposibles de alcanzar para la mayoría.

Ideales que a veces ni siquiera se condicen con la realidad, porque el uso de los filtros puede ofrecer imágenes construidas, que no corresponden a personas de carne y hueso.

Los participantes del estudio, que eran usuarios habituales de las redes sociales durante al menos dos horas al día exhibían síntomas de ansiedad o depresión.

Al comienzo del estudio, los participantes dijeron, en promedio, que estaban bastante contentos con su apariencia física, aunque también manifestaron algunos extremos totalmente negativos.

Cuando fueron divididos en dos grupos, a un de los grupos se le permitió seguir conectado la misma cantidad de tiempo que habían mantenido hasta el momento.

Al otro grupo se le redujo el número de horas diarias de conexión.

Al final del estudio, los investigadores encontraron que quienes habían restringido el uso de las redes sociales se sentían mucho más satisfechos con su apariencia y peso corporal.

Los investigadores no se mostraron demasiado sorprendidos por el resultado.

Todos coincidían en que las redes sociales están llenas de imágenes casi perfectas, destinadas a llamar la atención de quienes están especialmente sensibilizados por su propia imagen, de manera de atraerlos para que se conviertan en usuarios frecuentes, o incluso permanentes, en un vano intento por parecerse, aunque el hacerlo los lleve a sentirse cada vez peor con su propia imagen.

Preocupación de los sistemas de Salud Pública por la salud adolescente

Según un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, el cuarenta y dos por ciento de los estudiantes de secundaria que se conectaban a las redes sociales duante largas sesiones, experimentaron sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza, que los llevaron a abandonar sus actividades habituales.

Los expertos en salud mental consideran que pasar más tiempo involucrados en relaciones de la vida real puede tener un impacto beneficioso en los jóvenes y su autoestima.

Sostienen que los niños deberían pasar mucho más tiempo relacionados con quienes refuerzan su propia imagen, es decir con personas reales que son como ellos y los pueden ayudar a sentirse más seguros y menos vulnerables.

Cómo reducir el impacto de las redes sociales

La conclusión de los expertos es que los jóvenes deberían intentar ser más conscientes del uso de las redes sociales.

Reconocer cuáles aplicaciones los llevan a tener un diálogo interno negativo y la sensación de ser inadecuados, sentirse indignos de afecto y sumergirse en la depresión.

Saber reconocer qué aplicaciones les generan sentimientos positivos e incrementan su autoestima. Y elegir seguirlas con mayor frecuencia.

Por supuesto puede resultar un poco utópico el planteo, pero tal vez la intervención familiar puede colaborar para que, al menos los más jóvenes, aprendan a valorar su propia imagen.

Cuando un hijo entra en la pubertad es el momento de propiciar sus relaciones reales, con pares que tengan intereses y necesidades parecidas.

Pero si los padres también viven pendientes de las redes sociales, la tarea parece bastante difícil. Los hijos no aprenden de lo que los padres les dicen u ordenan, sino de lo que los padres hacen en la vida diaria.

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