¿Se pudo prever el desastre causado por el terremoto en Turquía?

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La catástrofe humanitaria que produjo el terremoto que castigó a Turquía y Siria, en febrero de 2023, ha disparado muchos interrogantes.

Tal vez el principal es el relacionado con la capacidad de los científicos para predecir un terremoto en particular.

La respuesta de los sismólogos

Los sismólogos dicen que la ciencia aún no ha encontrado una manera de hacer predicciones de terremotos procesables.

Para que una predicción sea efectiva debería poder especificarse tiempo, lugar y magnitud de un terremoto, y todo esto debería ser evaluado con la suficiente antelación para que se puedan tomar todos los recaudos necesarios.

Cómo se produce un terremoto

Los terremotos se producen porque los movimientos lentos y constantes de las placas tectónicas acumulen tensiones a lo largo de las fallas en la corteza terrestre.

Las fallas son planos que se extienden millas hacia abajo en el suelo.

La fricción debida a la enorme presión del peso de toda la roca suprayacente mantiene unidas estas grietas.

Un terremoto comienza en algún punto de la falla donde la tensión supera la fricción. Los dos lados se deslizan y la ruptura se extiende.

El roce de los dos lados en el plano de falla envía ondas de movimiento de la roca y son esas ondas las que hacen temblar el suelo y provocan los daños.

La mayoría de los terremotos ocurren sin previo aviso porque las fallas permanecen estacionarias hasta que comienza la ruptura.

Los sismólogos aún no han encontrado ninguna señal que pueda ser medida antes de la ruptura inicial. De manera que por el momento es imposible predecir un terremoto, en un lugar y tiempo específico.

Lo que sí pueden hacer los científicos es pronosticar en qué áreas se podría producir la ruptura de una falla.

Estos pronósticos se expresan como la probabilidad de que ocurra un terremoto de determinada magnitud, en una región y durante un período de décadas, en el futuro.

Eventos que indican posibles terremotos

Solamente alrededor de uno de cada veinte terremotos tienen sismos preliminares que puedan advertir de un fenómeno mayor inminente.

Sin embargo dos grandes terremotos, el de Tohoku (Japón, 2011) y el de Chile, en 2014, tuvieron algunos eventos precursores, ya sea en forma de una serie de temblores previos, detectados por sismómetros, o movimientos acelerados de la corteza terrestre cercana, detectados por estaciones de GPS.

Estas observaciones sugieren que tal vez realmente hay señales precursoras de al menos algunos grandes terremotos.

Algo que se debe destacar es que en la actualidad existen sistemas de alerta temprana de terremotos, que pueden enviar una alerta a los dispositivos móviles de los residentes en lugares de riesgo posible, y a los operadores de los servicios públicos (hospitales, trenes, maquinaria especializada) hasta un minuto antes de que comience el temblor.

La alerta temprana de terremotos se basa en redes de sismómetros que detectan el comienzo de un movimiento en una falla, y calculan automáticamente su ubicación y magnitud, antes de que las ondas dañinas se hayan extendido y hayan afectado a los territorios vecinos.

Esto permite que las personas puedan tener tiempo suficiente para tomar una medida de seguridad de vida.

Ante la imposibilidad de la ciencia, al menos en la actualidad, para poder predecir un terremoto de manera certera, el mejor curso de acción que puede tomarse es redoblar los esfuerzos para construir edificios, puentes y otras infraestructuras que sean resistentes en caso de que se produzcan movimientos telúricos, en cualquier área que se sepa que está en riesgo de grandes terremotos en el futuro.

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