Según la tradición, un día 6 de enero, hace más de dos mil años, tres Reyes Magos llegaron al lugar donde estaba el pesebre en el que había nacido Jesús, para entregarle a quien sería el futuro Rey de los Judíos algunos presentes.

El punto de partida de la historia de los Magos, es el Evangelio según Mateo, que fue originalmente escrito en griego, y donde no se los identifica como Reyes.

La narración aparece allí, por primera y única vez en la Biblia.

Y es bastante vaga, porque cuenta que los Magos llegaron de Oriente (sin especificar lugar) guiados por una brillante estrella que los acompañó en su travesía y se detuvo sobre el lugar donde se encontraba el niño.

El rey Herodes había oído rumores del nacimiento de un nuevo rey y, celoso, buscó al bebé.

En el Evangelio de Mateo, los tres Magos se detuvieron en el palacio de Herodes, de camino a Belén, y el rey les pidió que le hicieran saber dónde estaba este niño recién nacido, para ir a adorarlo.

Pero, en un sueño, los Magos fueron advertidos de que no regresaran con Herodes, y decidieron volver a su tierra por otro camino.

Por qué Mateo llama Magos a los reyes

Por qué Mateo los llama Magos es algo que ha sido considerado con diversas connotaciones a lo largo de la historia, y hasta la actualidad.

Magos es una palabra griega difícil de traducir. Algunos lo hacen como Sabios y otros como Astrólogos.

A través de los tiempos la magia ha tenido tanto connotaciones positivas como negativas.

Algunos autores antiguos hablan positivamente de las personas que describen como magos, mientras que otros consideran que es una identificación ofensiva.

Al parecer los griegos consideraban que los pueblos orientales tenían un conocimiento excepcional sobre cosas esotéricas, sobre las estrellas y la naturaleza, y eran buscados por poseer habilidades valiosas, como la adivinación.

Esto explicaría que Mateo diga que los Magos llegaron desde Oriente, guiados por una estrella. Y por sus poderes esotéricos, como la adivinación, sabían que Jesús iba a ser el nuevo rey.

Pero esos conocimientos pueden ser usados tanto para hacer el bien como para lo contrario.

En el Nuevo Testamento se menciona a dos magos, Simón y Elimas que comerciaban sus poderes al mejor postor, y son descriptos como charlatanes siniestros e hijos del diablo.

En este caso, la denominación de Magos tiene un significado negativo.

Las narraciones posteriores de la historia identificaron los nombres de los magos, así como sus tierras de origen: Melchor, de Persia; Gaspar, de la India; y Baltasar, de Arabia.

A los presentes que entregaron a Jesús también se les atribuyeron significados simbólicos: el oro representa la condición de Jesús de rey de los judíos; el incienso representa la divinidad del niño como hijo de Dios; y la mirra se refiere a la mortalidad de Jesús.

La identidad de los magos de Mateo

Los eruditos bíblicos a menudo argumentan que Mateo pretendía que los Magos en su Evangelio fueran entendidos como gentiles, o no judíos, y eso presagiaría el hecho de que el cristianismo se convertiría en un movimiento religioso no judío.

El argumento de que los Magos deben entenderse como gentiles se basa en parte en el hecho de que llegan a Jerusalén desde el este, lo que podría sugerir que son forasteros.

Cualquiera haya sido la intención de Mateo, lo cierto es que los Magos han fascinado a los lectores y a muchos estudiosos, han sido representados en infinidad de obras de arte, con los aspectos más diversos, y siguen siendo un buen negocio para los comerciantes una vez al año.