Cambio climático. Cómo lograr emisiones netas de carbono cero

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Reducir las emisiones de dióxido de carbono para frenar el cambio climático se ha transformado en estos últimos años en una exigencia imperativa.´

Si observamos las catástrofes que se están sufriendo en todo el mundo, ya no se puede dudar de que el cambio climático debe ser detenido y, de ser posible, revertido.

Incendios forestales; temperaturas extremas, tanto en invierno como en verano; sequías e inundaciones; pandemias. Parecería que estamos viendo una vieja película: Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.

Las emisiones de dióxido de carbono sin duda pueden reducirse, pero no es fácil lograrlo.

Tal vez un paso importante, además de las decisiones gubernamentales, provenga de una respuesta social colectiva, en la que remodelemos la forma en que interactuamos con los sistemas que nos proporcionan energía.

El calentamiento global

El clima ha ido variando a lo largo del planeta durante muchos años.

Estos cambios se relacionan con los gases de efecto invernadero y con el calentamiento global.

La actividad humana ha sido la responsable de emitir una mayor cantidad de gases a la atmósfera, provocando un aumento mayor de la temperatura y como consecuencia, generando un calentamiento global.

La comunidad científica considera que el incremento se debe al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero por las actividades humanas que incluyen deforestación y la quema de combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón.

La Tierra se ha calentado al menos 1,1 grados centígrados desde el siglo XIX, cuando comenzamos a arrojar a la atmósfera gases que atrapan el calor, como el dióxido de carbono.

Los expertos consideran que, en la actualidad, el objetivo es lograr lo que se conoce como emisiones netas cero, de manera que los gases de efecto invernadero que aún ingresan a la atmósfera se equilibren con los que se eliminan, y hacerlo tan pronto como sea posible.

Y para eso es necesario transformar rápidamente las formas en que producimos y consumimos energía, consiguiendo una economía descarbonizada.

Es necesario comenzar a producir grandes cantidades de nueva electricidad, como la energía eólica, solar e hidroeléctrica.

La electricidad limpia debe impulsar, no sólo el uso actual de energía del planeta, sino también las crecientes demandas de una población mundial en crecimiento.

Una vez que se haya logrado mutar casi por completo a la electricidad limpia, aún será necesario contrarrestar el dióxido de carbono que continuaremos emitiendo, extrayendo una cantidad equivalente de dióxido de carbono de la atmósfera y almacenándolo en algún lugar de forma permanente.

Una meta aún lejana pero posible

Las naciones están muy por debajo de las promesas para reducir las emisiones de dióxido de carbono, y el calentamiento global sigue en camino de superar los 1,5 grados, quizás incluso para fines de esta década, lo cual implica un severo aumento del riesgo.

Pero, afortunadamente, si bien la transición energética requerirá muchas tecnologías nuevas, como formas innovadoras de eliminar de manera permanente el carbono de la atmósfera, muchas de las soluciones, como las energías eólica y solar, ya están disponibles.

El gas representó el setenta y nueve por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero de los Estados Unidos, en el año 2020.

El siguiente gas de efecto invernadero más importante, con el once por ciento de las emisiones en los Estados Unidos, es el metano, que proviene de las operaciones de petróleo y gas, así como del ganado, los vertederos y las tierras raras.

Algunas de las mejoras que es imprescindible hacer son las siguientes.

Aumentar la cantidad de energía limpia

Para satisfacer la necesidad de energía sin poner dióxido de carbono en la atmósfera, los países tendrían que aumentar drásticamente la cantidad de energía limpia que producen.

Las energías renovables son el pilar clave en cualquier escenario de cero neto.

En los Estados Unidos se estima que la producción de energía eólica y solar se cuadruplique aproximadamente para el año 2030, para alcanzar cero emisiones netas para 2050.

Y esto es posible porque el costo de la energía eólica se ha reducido casi un setenta por ciento y la energía solar casi un noventa por ciento durante la última década. Y lo mismo ha ocurrido, aunque en distintas proporciones, a nivel mundial.

Impulsar la eficiencia energética domiciliaria y en todas las industrias

El impulso hacia las emisiones netas cero también requiere impulsar la eficiencia energética en todas las industrias y electrificar tantos aspectos de la vida moderna como sea posible, como el transporte y la calefacción del hogar.

Cambiar a automóviles eléctricos, para que en el año 2030 representen al menos el cincuenta por ciento de las ventas, y promover el cambio de métodos de calefacción domiciliarios con subsidios, serían propuestas muy positivas.

Hacer combustibles limpios

Lamentablemente, algunas industrias no pueden electrificarse por completo con las tecnologías actuales.

En ese caso, los científicos consideran que las tecnologías que todavía requieren combustibles líquidos deberían sustituir el gas, el petróleo y otros combustibles fósiles por combustibles bajos en carbono o sin carbono.

Un jugador importante serán los combustibles extraídos de las plantas.

Muchas de las materias primas de biomasa podrían potencialmente crecer junto con los cultivos alimentarios o reemplazar otros cultivos no alimentarios.

Absorber la mayor cantidad de dióxido de carbono posible

Una vez que las emisiones se hayan reducido tanto como sea posible, alcanzar el cero neto significará eliminar y almacenar una cantidad de carbono equivalente a la que la sociedad todavía emita.

Una solución que ya está en uso es capturar el dióxido de carbono producido en las plantas de energía y otras instalaciones industriales y almacenarlo bajo tierra.

A nivel mundial, ya hay alrededor de treinta y cinco operaciones de este tipo, que colectivamente extraen alrededor de cuarenta y cinco millones de toneladas de dióxido de carbono al año.

Gran parte del dióxido de carbono se licuaría y se canalizaría, mediante una red de tuberías, hasta el almacenamiento geológico profundo, para atraparlo de forma permanente.

Otra forma de aumentar la cantidad de carbono almacenado en la tierra es reducir la cantidad de selva amazónica que se tala cada año. Para algunos países, como Brasil, prevenir la deforestación será lo primero que se pueda hacer para reducir las emisiones de dióxido de carbono.

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