En nuestra cultura siempre se ha considerado que el matrimonio es una institución que beneficia a las mujeres.

Por esa razón se cree que las mujeres tratan de atrapar a los hombres en el matrimonio, mientras ellos tratan de permanecer solteros el mayor tiempo posible, para no perder su libertad.

En los tiempos que corren la situación pareciera haberse modificado, porque en muchos casos el matrimonio, como institución consagrada en una unión civil, ha sido reemplazado por una convivencia “sin documentos”.

Pero el prejuicio masculino sigue en pie. Los hombres siguen pensando que el mayor deseo de una mujer es lograr una relación estable, de convivencia, con un hombre.

Sin embargo recientes estudios realizados en Europa, han demostrado que el matrimonio les sienta mejor a ellos, porque los hace vivir más, tener una vida sexual más activa y ser económicamente más estables.

La evidencia indica que al aceptar el estatus de casado, los hombres no sólo agregan años a sus vidas, y vida a sus años, sino que también obtienen beneficios suplementarios, como una economía más próspera.

En cambio, las mujeres solteras están mejor que las mujeres casadas y también son más felices que los hombres solteros.

Qué golpe para la autoestima masculina, ¿no?

¿Por qué los casados viven más y mejor que los solteros?

Un estudio realizado por el London School of Economics concluyó que los hombres solteros están más propensos a beber y fumar en exceso, y también a involucrarse en situaciones riesgosas o de violencia.

Los casados, en cambio, tienden a llevar una vida más tranquila y una dieta más sana.

También se comprobó que las enfermedades crónicas, como la diabetes, la enfermedad coronaria, los problemas respiratorios y la demencia aparecen con menos frecuencia en los hombres casados que en solteros, separados o viudos.

Probablemente se deba a que la mujer está más acostumbrada a hacerse cargo del cuidado familiar que el hombre, de manera que sería ella quien se peocupa de que su esposo haga consultas periódicas con médicos, y deje hábitos nocivos para la salud.

Cuanto más estable es la relación de pareja también es el hombre quien más se beneficia, porque cuenta con una red de contención empática muy cercana, que lo ayuda a mejorar su salud emocional, con todas las repercusiones que sabemos tiene la emocionalidad en la salud física.

Por supuesto, todo esto siempre y cuando se trate de un matrimonio no conflictivo.

El factor económico

El matrimonio sufrió un cambio drástico en la segunda mitad del siglo XX.

A principios del siglo pasado, el matrimonio era utilitario.

Las mujeres buscaban un marido para tener dinero sin necesidad de trabajar fuera de su casa, mientras que los hombres buscaban a una mujer que se hiciera cargo de la administración del hogar y la crianza de los hijos.

Los hombres, si decidían casarse, lo hacían cuando llegaban a los veintiocho o treinta años.

Las mujeres se casaban a una edad mucho menor, y una mujer que a los treinta años estaba soltera era considerada una solterona.

En las últimas décadas, los roles de los hombres y las mujeres se han vuelto más parecidos.

Muchas mujeres en la actualidad priorizan sus carreras terciarias y los logros laborales y, o bien deciden no casarse o bien postergan el matrimonio hasta una edad mucho más avanzada.

En cuanto al tema ingresos muchas mujeres ya no necesitan de un hombre que les brinde apoyo económico. Y, en muchos casos, es la mujer la que percibe un ingreso superior.

A medida que se incrementa la capacidad laboral y el poder adquisitivo de las mujeres, hay menos hombres que tienen recursos financieros suficientes para volverse atractivos como cónyuges.

Y según algunas estadísticas, dos tercios de los divorcios son iniciados por mujeres.