Fluctuaciones emocionales y bienestar

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La mayoría de las personas tenemos días en los que nos sentimos exultantes, llenos de confianza en nosotros mismos y dispuestos a llevarnos “el mundo por delante”. Y, de pronto, al otro día nos sentimos agobiados, ansiosos o desesperanzados.

Y entonces pensamos que somos personalidades inestables, nos sentimos frustrados y buscamos la razón de esa fluctuación emocional.

Según afirman los profesionales especializados en trastornos emocionales, es imposible encontrar una causa que justifique tanto cambio. Por la simple razón de que no siempre son las mismas causas las que provocan ese subeibaja emocional.

Pero algo es totalmente cierto.

Sufrimos altibajos en nuestro humor porque no somos autómatas. Somos seres vivos y está en nuestra naturaleza el ser diferentes día a día.

Además vivimos en un entorno que constantemente nos está modificando.

Como dijo el filósofo español Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia”.

Nuestro bienestar emocional depende de las personas con las que nos encontramos durante el día, las noticias que podemos recibir, la forma de relacionarnos con y en nuestro trabajo.

Por supuesto también hay algunos factores que podemos tener en cuenta para tratar de disfrutar de un estado de bienestar aceptablemente perdurable.

Pero no nos hagamos la ilusión de que podremos sentirnos plenamente satisfechos de nuestra vida todos los días.

Nuestro estado emocional puede modificarse a diario por muchas razones. A continuación enumeramos algunas.

Ciclos hormonales y reloj biológico

La alteración del ritmo circadiano es una característica esencial de los trastornos del estado de ánimo.

Los patrones hormonales como el ciclo menstrual mensual y las fluctuaciones diarias de la testosterona, pueden tener un efecto significativo en cómo nos sentimos.

Las hormonas afectan a nuestros neurotransmisores, que son las moléculas encargadas de transmitir información de neurona a neurona, y estas inciden a su vez en nuestro estado de ánimo.

Si estamos deprimidos probablemente sea porque nuestros niveles de serotonina y dopamina están por debajo de lo normal.

En los hombres los bajos niveles de testosterona pueden producir irritación y depresión.

La liberación de hormonas del estrés como el cortisol a través del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal tiene efectos de gran alcance en la energía y la irritabilidad.

Descanso y sueño reparador

El sueño profundo tiene un efecto positivo en todos los aspectos de nuestra experiencia, desde la energía y el estado de ánimo hasta la irritabilidad y la productividad.

Unas pocas noches de sueño breve o interrumpido pueden desencadenar un aumento de la ansiedad y una caída del estado de ánimo.

Alimentación

Numerosas investigaciones demostraron que existen ciertos componentes de los alimentos que actúan sobre el sistema nervioso modificando el estado de ánimo, el comportamiento, el desempeño físico y las capacidades cognitivas.

El principal regulador del estado de ánimo es el triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina, también conocida como hormona del humor.

Niveles bajos de triptófano en sangre son indicadores de niveles bajos de serotonina en el cerebro, lo cual puede producir altibajos en el humor y dificultades para dormir.

Los alimentos dulces son los que tienen incidencia en el nivel de serotonina en el organismo.

Por eso cuando estamos tristes o malhumorados solemos recurrir a alimentos a base de azúcar o harinas, que equilibran la falta de serotonina y nos devuelven a un estado de bienestar.

También es sabido que dietas muy estrictas, para reducir de peso rápidamente, por ejemplo, hacen que las personas se vuelvan más intolerantes y malhumoradas.

Aceptación de la realidad

Nuestra postura frente a las circunstancias que nos toca vivir es fundamental en la determinación de nuestro bienestar.

Si rechazamos permanentemente lo que la vida diaria nos ofrece viviremos quejándonos y lamentándonos por nuestras desgracias.

Cuanto más dispuestos estemos a fluir con la vida en lugar de luchar contra ella, menos sufriremos si las cosas no salen como lo habíamos planificado.

No se trata de ser resignados sino de aceptar la realidad y, por supuesto, tratar de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar.

La vida nos presenta situaciones que pueden ser agradables o desagradables.

Está en nosotros aceptarlas, y no tratar de cambiar o combatir aquello que no depende de nosotros.

De todo lo anterior podemos concluir que la fluctuación de nuestros estados de ánimo es absolutamente normal y necesaria.

Y no debe preocuparnos, mientras no altere en exceso nuestro diario vivir ni comprometa nuestras relaciones laborales y familiares.

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