Confirmado: Un paciente en coma puede ser conciente de lo que pasa a su alrededor

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Cuando una persona debe enfrentare al diagnóstico de estado de coma de algún ser querido considera que ese ser, al que puede acompañar solamente por lapsos breves, es un “muerto en vida”.

El paciente permanece dormido, sin movimiento corporal alguno, sin comunicación con el exterior, conectado a la vida por mecanismos artificiales.

El coma impide cualquier movimiento perceptible a simple vista y parece que el paciente no tiene signos de conciencia ni la capacidad de interactuar con el medio ambiente.

Pero la ciencia ha comprobado que eso es, simplemente, un error de apreciación.

Estado de coma

El coma es un estado de pérdida del conocimiento prolongada incluido en la categoría de emergencia médica, porque es necesario actuar rápidamente para preservar la vida y la función cerebral.

Es un estado autolimitado que se resuelve en un período no mayor a cuatro semanas y, de no mediar la muerte o su recuperación, evoluciona con grados variables de compromiso funcional.

Después de la aplicación de medidas de cuidado intensivo, especialmente de la respiración asistida, un pequeño número de pacientes con injurias agudas cerebrales graves, tales como anoxia o traumatismos encefálicos, que en décadas pasadas fallecían, pueden evolucionar a un estado vegetativo o de mínima conciencia.

En el caso de que haya una recuperación, lo habitual es que se presenten varias complicaciones médicas, deterioro físico y un largo camino de pequeños pasos hacia adelante acompañados de muchos pasos hacia atrás.

Los pacientes que sobreviven al coma después de una lesión cerebral grave generalmente requieren sondas de alimentación, traqueotomías y muchas semanas de rehabilitación.

La recuperación de la conciencia, la comunicación y la independencia funcional es bastante posible en algunos pacientes, incluso después de un tiempo prolongado.

Coma y estado de conciencia

En el siglo pasado, en la década del sesenta, los neurólogos y neurocirujanos notaron que algunos pacientes comatosos abrían los ojos, pero no mostraban interacción con el medio ambiente.

Muchas de esas personas permanecían en este estado hasta la muerte, lo que llevó a algunos médicos a creer que la conciencia, una vez perdida de esta manera, era imposible de recuperar.

Treinta años después, a partir de 1990, comenzaron a aparecer en la literatura médica informes de pacientes en un estado vegetativo calificado como permanente que recuperaban la conciencia.

En el estado vegetativo, a diferencia de en el coma, los pacientes pueden abrir y cerrar sus ojos pero no reaccionan de manera deliberada sino de manera automática.

Los investigadores comenzaron entonces a centrar sus observaciones en los pacientes con injurias cerebrales difusas o multifocales, que pasaban del estado vegetativo a la recuperación de conciencia.

Surgió entonces un nuevo estado que fue denominado estado de conciencia mínima o también de conciencia encubierta.

El estado de conciencia mínima se caracteriza por respuestas no verbales, como cuando los pacientes siguen objetos con los ojos o siguen órdenes intermitentemente, pero sin que el resto del cuerpo pueda manifestar reacción alguna.

Por ejemplo, si el médico les indica que muevan su mano derecha, no harán movimiento alguno, pero sus ojos sí reaccionarán con un movimiento.

Estas investigaciones también demostraron que el paso de un estado vegetativo a un estado de conciencia mínima significaba que el paciente tenía más posibilidades de recuperarse.

Implicancias del hallazgo de la conciencia mínima

Detectar y predecir la recuperación de la conciencia desde el principio, en la unidad de cuidados intensivos, es a menudo una cuestión de vida o muerte.

Por lo general los familiares, junto a los profesionales de la salud, toman decisiones sobre continuar o suspender la terapia de soporte vital dentro de las dos semanas posteriores al accidente, cuando se vuelven necesarios los procedimientos quirúrgicos para apoyar la respiración y la alimentación a largo plazo.

Y un diagnóstico de conciencia encubierta podría afectar las decisiones clínicas sobre los objetivos de la atención, el manejo del dolor, y el comportamiento junto a la cama de médicos, paramédicos y miembros de la familia, especialmente considerando que los comentarios del entorno puedan ser comprendidos por el paciente, a quienes todos consideran como inconciente, pudiendo también afectar su recuperación.

En el paciente en estado de conciencia encubierta o mínima, la falta de movimiento hacia el exterior es completa, pero no significa la ausencia de vida interior.

Este estado del ser en el que la función cognitiva excede la expresión motora aún no se comprende bien, y tanto el electroencefalograma como las técnicas de resonancia magnética funcional tienen limitaciones para el diagnóstico. Pero por el momento son los instrumentos más útiles a disposición.

El imperativo ético que enfrentan los médicos a partir del hallazgo de estas investigaciones, es el de buscar la conciencia en pacientes que parecen no responder, utilizando todas las tecnologías y recursos disponibles.

Aumentar el acceso a recursos teconológicos más sofisticados también es un objetivo fundamental y un desafío para la tecnología aplicada a la ciencia médica.

Tal vez en un futuro, no muy lejano, los pacientes con conciencia encubierta podrán comunicarse con sus médicos y familiares, aunque sus cuerpos permanezcan encerrados en la inmovilidad. Y podrán ser rehabilitados adecuadamente.

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