Las olas de calor que afectaron a Europa y Estados Unidos en el reciente verano 2022, las inundaciones provocadas por lluvias torrenciales en los lugares más distantes entre sí (Alemania e Indonesia, por ejemplo), los incendios forestales provocados por las sequías y las altas temperaturas que azotaron varios países, han puesto en claro que el cambio climático representa la amenaza más inminente para nuestro medio ambiente.

Y una gran parte de la humanidad ha tomado conciencia del impacto que las actividades cotidianas tienen sobre esos cambios y ha comenzado a preocuparse, no solamente por lo que cada uno puede hacer para mejorar la situación, sino también por la respuesta que los distintos gobiernos proponen para frenar la crisis climática.

Muchos profesionales de la salud mental ya han comenzado a recibir consultas de personas, especialmente jóvenes de entre dieciocho y veinticinco años, que experimentan una sensación de desesperación e impotencia sobre el futuro del planeta, lo cual les provoca una gran ansiedad.

Y han dado en denominar ansiedad climática a este extraño, y hasta ahora desconocido, estado de extrema preocupación.

Cómo se manifiesta la ansiedad climática

La ansiedad climática puede manifestarse como pensamientos angustiosos, reiterativos y mortificantes sobre futuros eventos climáticos.

Ya se han vuelto frecuentes las noticias, divulgadas por todos los medios de comunicación, vinculadas con las catástrofes humanitarias que provocan algunos fenómenos atmosféricos de una intensidad hasta ahora casi desconocida: inundaciones, incendios, tornados, tsunamis, aludes en lugares turísticos.

Cuando esas noticias se divulgan, muchas personas experimentan una persistente sensación de ansiedad, irritabilidad o dolor, que no consiguen superar.

Tanta información vinculada con situaciones negativas, que ahora, redes mediante, llega de los lugares más lejanos y de manera fidedigna, porque el horror se despliega ante nuestros ojos, está provocando en muchas personas alteraciones emocionales y conductuales.

Ansiedad, elevación de los niveles de estrés, problemas para dormir, humor inestable, depresión o comportamientos agresivos, pueden ser las reacciones ante la sensación de impotencia por saber que los grandes productores del cambio climático no se ocupan de tomar las medidas adecuadas para solucionar el problema.

En la actualidad son las generaciones más jóvenes las que están comenzando a reciclar, a preferir los alimentos orgánicos, a tratar de utilizar energías renovables (como paneles solares, por ejemplo). Pero aún así se sienten impotentes para producir lo que consideran un cambio suficiente.

Y su preocupación llega hasta tal punto que muchas parejas jóvenes están tomando la decisión de no tener hijos, para no dejarlos expuestos a una vida cuya calidad consideran que se va a deteriorar cada vez más.

En los Estados Unidos, por ejemplo, se han incrementado las vasectomías de una manera notable.

Y son en su mayoría los hombres más jóvenes quienes están recurriendo a la vasectomía como una medida para poder practicar el sexo con libertad y seguridad.