Desechos plásticos en el mar y enfermedad en aves marinas

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Todos sabemos que cada vez se producen más objetos de plástico y que cuando los desechamos en los contenedores de basura pueden terminar en vertederos y llegar a cursos de agua más importantes, como ríos o incluso alcantarillados en las ciudades, y que posteriormente terminarán en el mar.

En regiones con abundancia de poblaciones costeras y sistemas de gestión de residuos inadecuados se suele encontrar en la superficie de los mares una elevada concentración de plásticos.

Pero lo que se encuentra en la superficie es una proporción ínfima de todos los plásticos que hay en el mar.

Ese plástico puede ser ingerido no sólo por los animales que viven en el agua de los mares sino también por las aves marinas.

Un estudio reciente (enero de 2023) a cargo de científicos australianos e internacionales que analizan la contaminación plástica y su efecto en las aves marinas, confirmó investigaciones anteriores que sostenían que ingerir desechos plásticos tiene efectos crónicos perceptibles en los animales que los consumen.

Las aves marinas que tragan los desechos plásticos del océano tienen cicatrices en el estómago.

Numerosos estudios de laboratorio ya habían demostrado efectos crónicos en aves por la ingestión de plástico, los cuales incluyen cambios en el comportamiento, pérdida de peso, mala condición corporal, reducción de las tasas de alimentación, disminución de la capacidad reproductiva y cambios en la expresión génica.

Aunque ha sido difícil documentar los efectos subletales, a menudo invisibles, relacionados con el plástico, ya está suficientemente demostrado que ingerir plástico puede dañar de manera sutil la vida silvestre.

Resultados del reciente estudio

En enero de 2023, el equipo de científicos australianos publicó un artículo que encontró daño multiorgánico en aves, producido por la ingesta tanto de fragmentos microplásticos, de cinco milímetros de ancho, como de partículas macroplásticas más grandes.

Estos hallazgos incluyeron la primera descripción de la sobreproducción de tejido cicatricial en el proventrículo de las aves, la parte del estómago donde se produce la digestión química.

Este proceso, conocido como fibrosis, es una señal de que el cuerpo está respondiendo a una lesión o daño.

En los humanos, la fibrosis se encuentra en los pulmones de los fumadores crónicos y en las personas con exposición repetida y prolongada al asbesto, y en el hígado de los alcohólicos.

Una acumulación excesiva de tejido cicatricial reduce la función de los órganos y puede permitir que las enfermedades ingresen al cuerpo a través de los órganos dañados.

Esta fibrosis, a la que los científicos denominaron plasticosis, puede ayudar a explicar cómo los patógenos encuentran su camino hacia el cuerpo a través de un tracto digestivo lacerado.

Las aves marinas dieron los primeros indicios de los posibles riesgos para la vida marina a causa de los plásticos, en un estudio del año 1969.

Tal vez sea lógico, entonces, que la primera enfermedad atribuida específicamente a los desechos plásticos marinos se haya descripto en aves marinas.

La plasticosis podría ser una señal de que se avecina una nueva era de enfermedades debido al uso excesivo de plásticos y otros contaminantes de larga duración por parte de los humanos, y su fuga al medio ambiente.

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