¿Te estás volviendo una persona amargada?

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Vivimos en un mundo muy complejo. Sobrecargados por tensiones laborales y familiares.

Y, en general, cuando nos asomamos al mundo que nos rodea, las noticias que podemos recibir de los diversos medios de comunicación no nos ofrecen una gran esperanza acerca de cómo van las cosas para el resto de la comunidad internacional.

Seguramente todos nos hemos preguntado, alguna vez, si no nos estábamos convirtiendo en personas amargadas.

Sentirse amargado es una consecuencia de la ira y la tristeza acumuladas como resultado de las experiencias vividas.

Justamente porque la amargura involucra una mezcla de sentimientos varios, nos resulta muy difícil saber, con certeza, si nos hemos vuelto una persona amarga.

Y, lo que es aún más importante… qué podemos hacer para salir de ese estado que nos resulta ominosamente displacentero, y volver a ser las personas felices y amables que alguna vez fuimos.

Cómo reconocer si te transformaste en una persona amargada

Hay algunos comportamientos que pueden ayudarte a determinar si te has vuelto amargo.

  • Te sientes irritado con frecuencia

Vives enojado y las situaciones más intrascendentes pueden irritarte.

El estado de ánimo de referencia de la persona amargada suele ser enojado, decepcionado e irritable.

Pregúntate cuán satisfecho con tu vida te has sentido en días recientes.

Evalúa cuántas veces has reaccionado con ira desproporcionada ante una situación que tiempo atrás no te parecía demasiado importante.

¿Tuviste con frecuencia conflictos con compañeros de trabajo con los que antes tenías una relación neutral?

¿Reaccionaste con insultos ante algún conflicto en el tránsito?

¿Reaccionaste a los gritos ante algún problema de conducta de tus hijos?

Si tus reacciones se están volviendo desproporcionadas ante los estímulos externos, es probable que estés entrando en una espiral que te conduzca a un estado de amargura permanente.

  • Te sientes incomprendido o poco valorado

La calidad de las relaciones personales y profesionales se resiente cuando una persona se amarga.

Sientes que las relaciones con las personas más cercanas son frustrantes e insatisfactorias.

Has perdido la fe y la confianza en los demás y consideras que las relaciones que mantenías ya no valen la pena porque, en última instancia, nadie se preocupa lo suficiente por ti.

Sientes que estás solo en el mundo y que ya nadie te brinda apoyo.

  • Consideras que nunca volverás a ser feliz

Como ya dijimos la amargura no es sólo una mezcla de tristeza e ira, sino también una acumulación de decepciones a lo largo de la vida.

Cuando una persona se amarga, a menudo hay una sensación de traición sobre cómo la vida la ha tratado.

Si te sientes una víctima y has optado por sumergirte en la autocompasión, carecerás de esperanza en relación con el futuro y estarás precipitándote en sentimientos de amargura permanente.

Cómo superar la amargura

La única manera de superar la amargura permanente es actuar.

La tendencia a pensar y sentir demasiado es parte integral de la amargura.

Cuando sientas que te estás sumergiendo en tus negros pensamientos acerca del mundo y de la poca importancia que sientes que te brindan los demás, ponte en acción.

Ocúpate de ti mismo. Bríndate los cuidados que tal vez has dejado de lado.

Practica alguna actividad que te resulta gratificante.

Puede ser un paseo al aire libre, solo o acompañado.

La concurrencia a un gimnasio, donde siempre, además de la práctica física que eleva tus endorfinas y mejora tu humor, puedes establecer nuevas relaciones.

O una visita a un spa donde recibas un masaje relajante, que no sólo aliviará las tensiones corporales que el estado de amargura te ha provocado, sino también liberará tu mente de pensamientos negativos, al menos por un buen rato.

Aumenta tu sentido de conexión social llamando a un amigo y haciendo preguntas que muestren curiosidad sobre cómo les ha ido a ellos últimamente, y no solamente expresando tus propios problemas.

Considera la posibilidad de buscar un profesional de la salud mental que pueda ayudarte a identificar la diferencia entre el mal humor ocasional y un patrón establecido de amargura emocional.

Adoptar un nuevo enfoque de la vida, puede reducir la amargura y aumentar la esperanza en un futuro feliz.

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