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Una investigación publicada en la Revista Europea de Psicología Social y llevada adelante por científicos de la Universidad de Graz (Austria), aventura la hipótesis de que pensar en nuestros antepasados nos produce un sentimiento positivo que mejora nuestro desempeño intelectual. Para poner a prueba la interesante hipótesis, los investigadores pusieron dos grupos de personas a realizar distintos test y ejercicios mentales. A uno de los grupos de personas se les sugirió recordar o pensar en sus antepasados, mientras que al otro no. Las personas que previamente a los tests pensaron en su genealogía familiar, rindieron mejor que aquellos que no.

Puestos a reflexionar sobre las razones que llevan a que la gente concentrada en su historia familiar tenga un rendimiento mejor, los investigadores señalaron que ello podía deberse a la mayor confianza en nosotros mismos que nos embarga cuando recordamos que nuestros antepasados, pese a sus enormes dificultades, lograron sobrevivir y progresar.

“Normalmente, nuestros antepasados lograron superar una multitud de problemas personales y sociales, tales como enfermedad, guerras, pérdida de sus seres queridos o severas crisis económicas”, - dijeron los investigadores. “Por lo tanto, cuando pensamos en ellos, se nos recuerda que seres humanos que son similares genéticamente a nosotros mismos pueden exitosamente superar esa multitud de adversidades”.

Un estudio inicial incluyó a ochenta estudiantes, quienes insumieron cinco minutos pensando ya sea en sus antepasados del siglo XV o sus tatarabuelos. Luego, esos estudiantes mostraron más confianza en sí mismos sobre sus chances de obtener un buen resultado en sus exámenes.

Tres estudios adicionales mostraron que pensar o escribir acerca de nuestros antepasados – cercanos o lejanos – hace que los estudiantes se desempeñen mejor en una variedad de tests de inteligencia, incluyendo tareas verbales y espaciales (en una prueba, los estudiantes que pensaron sobre sus antepasados remotos obtuvieron un puntaje de 14 sobre 16, comparado con un 10 sobre 16 sobre el grupo de control). Estos mejores desempeños no se produjeron en estudiantes que escribieron sobre sí mismos o sus amigos. Además, el “efecto ancestro” se mostró incluso cuando los estudiantes pensaron en aspectos negativos de sus antepasados.

“Demostramos que un simple recordatorio acerca de nuestros antepasados puede aumentar significativamente el desempeño intelectual”, dijeron los investigadores. “Por lo tanto, cuando la gente está delante de una situación en la que el desempeño intelectual es muy importante, como ser un examen o una entrevista de trabajo, tienen a disposición una sencilla técnica para mejorar su éxito”.

Fischer y sus colegas enfatizaron que su investigación se encuentra en una fase inicial. Más trabajo es necesario para descubrir otros beneficios que podría aparejar el pensar en nuestra historia familiar, como también para desentrañar otros factores involucrados, como podrían ser los procesos de identidad social, cohesión familiar o autorregulación que acaso nos despierta pensar nuestra genealogía.