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Cada vez que compramos o usamos algo, generamos basura. Papeles, plásticos, cartones, bolsas y toda clase de envoltorios; tambien generamos basura orgánica, como la comida por ejemplo; y uno de los tipos de basura que hoy ha proliferado y extendido es la basura electrónica, generada por el descarte de dispositivos como celulares, televisores, monitores, impresoras, teclados, mouses y computadoras de escritorio, entre otros.

Cuestionando el concepto de basura

Lo que llamamos “basura” muchas veces sólo lo es en un sentido: ya no nos sirve a nosotros, pero es materia prima o componente esencial para otras industrias. Por la creciente conciencia que se va generando en la sociedad hoy existen desde universidades, investigadores independientes y hasta empresas que se dedican a estudiar qué hacer con los desechos o directamente se arman emprendimientos basados en la basura de los otros. Es una excelente noticia porque nos permite reducir lo que realmente se transforma en desecho, genera trabajo y es un proceso creciente que se profundiza con nuevos descubrimientos o tecnologías.

Los residuos de las comidas, vegetales principalmente y papeles de servilletas o rollos de cocina pueden formar parte de un indispensable compost o abono orgánico para la tierra, éste abono puede realizarse incluso fácilmente en el hogar adquiriendo o construyendo una compostera o bien destinando un lugar en jardín, terraza o balcón sin necesidad de mucho más que el espacio. Si no queremos hacerlo en casa existen huertas comunitarias o de centros educativos o culturales que reciben los residuos orgánicos de los vecinos y se encargan de hacer el compostaje. Los papeles y cartones ya tienen un destino extendido y conocido en la noble labor que cumplen los cartoneros y sólo basta sacarlos en una bolsa aparte o dejarlos junto a la zona de retiro de la basura.

Hace unos años se comenzó a extender el reciclado de tapitas de botellas de gaseosas, jugos y otras. Ese plástico es materia prima para realizar diversos elementos que son útiles para nuestra vida diaria como baldes, palanganas, perchas, broches, cajas de herramientas o comederos para mascotas.
Conjuntamente a las tapitas, las botellas PET hoy son protagonistas de campañas para que a través del producido de su venta se compren hectáreas de bosques, como la organizada por el Banco de Bosques, pero tambien cumplen un fin en sí mismas al ser recicladas; la reducción de material que antes iba necesariamente a integrar lo que llamamos basura siendo enterradas, o no, en enormes basurales contaminantes.

Se realiza ya comunmente el reciclado de llaves, candados o picaportes de bronce o estaño y son fundidos y reutilizados como materia prima. Lo mismo sucede con las latas de bebidas y los tubos de aluminio de desodorantes. Tambien los envases tetrapack de leche, jugos, salsa de tomates y otros, son recibidos en grandes contenedores en las sucursales de los supermercados, son cien por ciento reciclables y reutilizados en la fabricación de muebles o paneles.
Tambien mencionamos el descarte electrónico cuya alta tasa de recuperación para reciclado ronda el 97%, con lo que se ahorra energía ya que no se necesita la extracción de nuevos recursos e impacta favorablemente al reducir lo que realmente se tira.

Empezando por casa

Para colaborar en el proceso de reutilización de todo tipo de materiales sólo hace falta apertura al cambio y la asunción paulatina de nuevos hábitos de descarte de lo que ya no usamos. El moderno paradigma sobre consumo alcanza a los desechos y ya no se trata de acumular basura, lejos, donde no la veamos, sino de colaborar para efectivamente reducirla a niveles que el planeta pueda soportar y dejen de ser nocivos para nosotros.

Se han creado empresas que se dedican al acopio, preparación, higiene y reciclado de los materiales. Muchas organizaciones educativas, ong´s, y hasta las mismas empresas vendedoras de los productos que generan mayor cantidad de basura, como supermercados o empresas de telefonía celular, destinan sectores de sus locales como centros de acopio, o realizan campañas de recolección de los mismos productos que venden y campañas de educación al consumidor.

Se crearon muchas páginas web que se dedican a la promoción, discusión y fomento de sistemas de reutilización así como a informar sobre los lugares a los que podemos acudir para entregar nuestra basura/materia prima para que pase a formar parte de un nuevo ciclo productivo. Un buen ejemplo es la página web Dondereciclo.org.ar que elabora un mapa de Argentina en donde constan los centros de reciclado de los diversos materiales discriminados por rubro. Esta y otras herramientas nos hacen más fácil emprender el camino hacia el cambio ya que a sólo un click tenemos mucha de la información que necesitamos.

El paso más simple es tener en nuestra cocina, u otro lugar que destinemos en el hogar, por lo menos tres espacios, pequeños pero diferentes. Es lo que la legislación ha dado en llamar “separación en origen”.
Uno para residuos comunes o sea aquello que por ahora no se puede reciclar; un segundo espacio más grande para papeles, cartones, tetrapack, vidrio, aluminio, tapitas y Pet por ejemplo, y; un tercer espacio, más pequeño, para la basura orgánica que juntamente a servilletas de papel o rollo de cocina puede pasar a transformarse en tierra pura, compost o humus, sea que lo hagamos nosotros o lo entreguemos para que sea realizado en huertas.

El entusiasmo por el reciclado es contagioso, empezamos por casa, lo ven nuestros amigos y listo, arranca la rueda que ya no se detiene porque una vez que sabemos que podemos ya no nos es posible descartar lo que no usamos de la misma manera que lo hacíamos antes. Nos hacemos consumidores responsables, descartadores responsables y damos el ejemplo porque nuestra basura, en realidad no es basura, es materia prima.