¿Usarías estos productos de belleza?

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La historiadora de arte Erin Griffey tiene una costumbre que pocas mujeres tienen.

Pero que es muy útil porque permite conocer con qué elementos se fabrican las cremas de belleza.

Ella siempre lee los ingredientes de los diversos productos de tocador que utiliza para cuidar su piel.

Y mientras trabajaba en un libro sobre la cultura de la belleza en la Europa del Renacimiento se dio cuenta de que muchos ingredientes de las recetas de belleza de los siglos XVI al XVIII que encontraba recopiladas en los libros que eran su fuente de información, también están presentes en las formulaciones de productos actuales. Por ejemplo el agua de rosas y el azufre.

Otros hallazgos curiosos

Pero también encontró algunos ingredientes que en la actualidad nos resultarían algo extraños e incluso peligrosos, como el plomo o los extractos de plantas venenosas.

Por no mencionar algunos que, además, resultan un poco desagradables con sólo nombrarlos. Por ejemplo, los ácidos biliares o colorantes extraídos de la maceración de sanguijuelas.

Para Griffey, el paso siguiente fue intentar recrear las fórmulas antiguas, para lo cual recurrió a sus colegas de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda.

Así nació The Beautiful Chemistry Project.

Actualización de las fórmulas

Como las recetas que fue encontrando eran poco precisas en cuanto a la proporción y la cantidad de los ingredientes, el laboratorio se dedica a experientar con las proporciones y trata de obtener los productos que puedan reemplazar a algunos que ya resultan imposibles de conseguir, como por ejemplo los vinos para la maceración de plantas y flores.

Por supuesto, los vinos que se consumían varios siglos atrás sin duda tenían poco en común con los vinos actuales.

Tampoco es posible obtener polvo de las astas de ciervos, o utilizar el albayalde o el sulfuro de plomo, porque son tóxicos.

Sin embargo en el laboratorio de Nueva Zelanda obtuvieron una loción tonificante y humectante para la piel que respeta una poción del Renacimiento a base de flores de romero y vino, probando diversos vinos actuales para la maceración.

El resultado fue un compuesto químico similar al utilizado en los productos actuales para el cuidado de la piel.

También obtuvieron un producto similar al suero utilizado en la actualidad, con propiedades antisépticas y antiinflamatorias, y que probablemente estimula la producción de colágeno, mezclando polvo de mirra con clara de huevo.

Estos experimentos sugieren que existe una sinergia entre la mirra, que extrae proteínas de las claras de huevo, y las claras de huevo que extraen resinas y azúcares de la mirra, dando como resultado un producto beneficioso para la piel.

Por supuesto, los investigadores esperan perfeccionar sus recreaciones y llevar los productos a los estantes de las perfumerías, tal vez con una marca registrada que sugiera que el “renacimiento” puede llegar a la piel de quienes adquieran los productos, que además serán absolutamente naturales. Pero eso sí, libres de productos tóxicos.

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