Sexo tántrico

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Si sientes admiración por ese gran artista que es Gordon Matthew Thomas Sumner, a quien seguramente conoces como Sting, es probable que también hayas oído mencionar el sexo tántrico, ya que él afirma que el secreto de su feliz matrimonio, de muchos años, es la práctica de sexo tántrico.

Y, por supuesto, eso es lo que más destacan los portales cuando mencionan al cantante. Todo sea por el morbo, que siempre es rendidor.

También es probable que te hayas planteado en qué consiste, e incluso lo hayas considerado algo raro pero tentador, si lo que buscas es una vida sexual revitalizada y fuera de la rutina.

Pero no imagines posturas exóticas o prácticas esotéricas. Nada más alejado de la realidad.

Es algo mucho más simple.

Se trata de estar totalmente presente con tu cuerpo y tu conciencia, ya sea solo o en pareja.

Más allá de la penetración y de la procreación

Las religiones tradicionales, en general, han considerado al sexo más como una forma de perpetuación de la especie (en este caso, la humana) que como una actividad placentera.

Pero todos sabemos que el sexo es importantísimo para la salud general, enriquece la vida y ayuda a vivir más años, y con una mejor calidad de vida.

Por supuesto si se convierte en una adicción, puede producir los mismos perjuicios que cualquier otra adicción. Pero eso es un tema para la medicina, no para la mayoría de los simples mortales.

El sexo es nuestra fuerza vital

Para el Ayurveda, que es la medicina tradicional de la India, existen tres pilares de la vida: la alimentación, el sueño y el sexo.

Pero cuando hablan de sexo se están refiriendo al uso sabio de la energía creativa, del prana que es nuestra fuerza vital.

De algún modo sería el equivalente al Eros del que habla el psicoanálisis freudiano. Eros como energía de vida, opuesta a Tánatos o instinto de muerte.

Ayurveda define la vida como la coordinación inteligente de nuestras cuatro partes: el alma, la mente, los sentidos y el cuerpo, con la totalidad de la naturaleza y el cosmos.

Y brinda pautas sobre cómo usar nuestra propia energía sexual de manera constructiva, tanto para la salud como para la felicidad.

A eso refiere el sexo tántrico.

Para lograr el placer en contacto con otra persona primero debemos acceder a nuestra propia sensualidad, explorar nuestro cuerpo para saber qué es lo que realmente nos produce placer.

Es necesario llevar nuestra atención hacia adentro y estar atentos a lo que realmente necesitamos, para no depender de lo que los demás creen que podemos necesitar. Porque eso conduce a relaciones insatisfactorias.

En nuestra cultura occidental, en general los hombres siguen pensando que el mayor placer está en la penetración. Y muchas mujeres fingen orgasmos para que su pareja no se sienta “defraudado” o las considere “frígidas”. Pero la insatisfacción sólo conduce a la propia frustración.

Cómo recuperar la sensualidad

La mejor manera de recuperar la sensualidad y poder luego indicarle a otra persona qué es lo que realmente te satisface, es tomar contacto con tu propio cuerpo.

Tu cuerpo debe ser tratado como un recipiente divino, amable y seguro. Tal como lo fue cuando eras un bebé y tu madre te mimaba.

Sentirás una sensación progresiva de relajación y apertura, que compensará las múltiples tensiones a las que la vida te ha sometido una vez tras otra, desde que dejaste de ser un bebé y la sociedad te obligó a estar siempre alerta para evitar agresiones y peligros del exterior.

Cuando logres ese estado de apertura y reconexión con tu propio yo podrás saber elegir con quién quieres compartir tu vida, y estarás en condiciones de resistir las intrusiones psíquicas y relacionales. Y también habrás fortificado tu sistema inmunológico.

Comprenderás que el cuerpo del otro también es un recipiente divino, y buscarás conocerlo, satisfacerlo y lograr su apertura, para que disfrute tanto como tú de ese momento amoroso.

Ahora ya sabes en qué consiste el sexo tántrico.

No se trata de maratones de orgasmos, ni de complicadas posturas, ni de miembros viriles dignos de una película porno.

Se trata simplemente de obtener una conexión íntima profunda, donde el propósito es disfrutar la actividad sexual y las sensaciones del cuerpo propio y del cuerpo del otro.

El orgasmo seguramente llegará. Pero no es imprescindible.

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