Recientes encuestas han destacado la actitud negativa que muchos hombres tienen ante la posibilidad de realizar consultas médicas periódicas.

Esta determinación impide, en muchos casos, que los médicos detecten a tiempo algunas enfermedades, y genera mayores peligros para la salud e incluso la muerte por patologías que tratadas en el momento oportuno pueden ser curadas.

Una de las patologías que es bastante frecuente y tomada en sus comienzos puede ser tratada con éxito es, por ejemplo, el cáncer colorrectal. Pero también pueden serlo muchas enfermedades cardiovasculares y otras.

Los resultados que obtuvieron los investigadores de la Cleveland Clinic (USA) en su última encuesta, son realmente alarmantes.

Preguntados por las razones por las cuales no concurrían periódicamente a una consulta médica, más del setenta por ciento de los encuestados que tenían entre 30 y 45 años respondieron que preferían hacer una tarea doméstica tan desagradable (para ellos) como limpiar el baño, antes que ir al médico.

Y de los encuestados que habían concurrido a consulta, más del treinta por ciento admitió haberle mentido al profesional, o bien no haber contado toda la verdad.

¿La razón? El temor a enfrentarse con el diagnóstico de algún trastorno grave o que implique un seguimiento terapéutico prolongado.

Comparando la actitud mucho más abierta que tienen las mujeres a la hora de hacer una consulta médica, la explicación que ha surgido es que los hombres no están habituados a quejarse o manifestar sentimientos, por lo cual el desafío de hacerlo les resulta mucho más difícil.

La situación se vuelve más crítica cuando se trata de síntomas silenciosos, que podrían ser detectados a tiempo en consultas periódicas preventivas, como es el caso del diagnóstico de prediabetes, hipertensión o alteraciones prostáticas.

Desafortunadamente, debido a demoras y negaciones, cuando llegan a la consulta, a veces la enfermedad ya no es tratable, o requiere tratamientos más invasivos.

Algunas razones por las que argumentan no querer consultar

Muchos hombres sienten vergüenza, especialmente cuando se trata de algún tema delicado, como puede ser una disfunción eréctil, un problema intestinal o alguna enfermedad venérea.

En otros casos se trata simplemente de falta de información al respecto del malestar que están padeciendo.

Por ejemplo, pueden sufrir mareos o dolor de cabeza provocados por un problema de columna cervical y prefieren tomar analgésicos a diario, porque ignoran que el problema tiene una solución que puede ser definitiva, si es bien diagnosticado.

El miedo también es un motivo importante para evitar la consulta con un profesional.

En algunos casos el hombre teme enfrentarse a un diagnóstico de alguna enfermedad grave, que pueda llevarlo a la muerte. Por ejemplo, si es fumador temerá que el médico le diga que padece un cáncer de pulmón o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Y no es capaz de evaluar la posibilidad de que los avances de la ciencia actual pueden ayudarlo a vivir mejor e incluso a curarse.

También el miedo puede relacionarse con la eventualidad de tener que someterse a estudios de diagnóstico invasivos que pueden resultar molestos o dolorosos. En el caso de trastornos intestinales persistentes muchos temen a la endoscopia, aunque hace años que se realiza con anestesia.

Afortunadamente cada vez es más frecuente encontrar información de divulgación científica en todos los medios de comunicación masiva, ya sean diarios, televisión, internet, e incluso muchos libros que facilitan el acceso a la salud en un lenguaje ameno y de fácil comprensión para una persona que no maneja el complejo lenguaje médico.

Pero aún toda esa información está bastante lejos de los intereses de una importante parte de la población, especialmente en los países menos desarrollados.