Los ritmos circadianos son los cambios de las variables biológicas en intervalos regulares de aproximadamente veinticuatro horas, y responden fundamentalmente a los períodos de luz y oscuridad.

Pero no son respuestas pasivas al ambiente, sino que son endógenos.

En los humanos tanto las funciones fisiológicas como las psicológicas están mediadas por relojes biológicos que son los dispositivos de tiempo naturales de cada organismo.

El reloj biológico

Todos los procesos fisiológicos que se producen en nuestro cuerpo suceden en patrones a lo largo del día.

Esos procesos alcanzan su punto máximo y disminuyen de acuerdo con un reloj biológico.

Casi todas las células de nuestro cuerpo contienen relojes biológicos, mecanismos de tiempo naturales que regulan el tiempo de muchos de nuestros procesos fisiológicos y de comportamiento.

Estos temporizadores biológicos están coordinados por un reloj principal que se encuentra en una región del cerebro, llamada núcleo supraquiasmático, compuesto por unas veinte mil neuronas, ubicado en el hipotálamo, el área cerca del centro del cerebro que coordina las funciones inconscientes del cuerpo.

El reloj biológico afecta nuestra salud al regular los ciclos de sueño y vigilia y las fluctuaciones en la presión arterial y la temperatura corporal.

Lo hace principalmente al sincronizar nuestro sistema endocrino con los ciclos ambientales de luz y oscuridad para que ciertas hormonas se liberen en determinadas cantidades y en ciertos momentos del día.´

El núcleo supraquiasmático recibe información directa de los ojos, a través de fibras ascendentes del nervio óptico y, al percibir la luz del día por ejemplo, le indica a la glándula pineal que reduzca la liberación de la hormona melatonina, que nos induce al sueño, y a las suprarrenales que liberen cortisol, que nos pone en estado de alerta; entonces, nos despertamos.

Por la tarde, cuando la luz solar declina, el proceso se invierte.

Pero hay factores, tanto internos como ambientales, que pueden cambiar los ritmos circadianos, entre los cuales podemos mencionar:

• las mutaciones o los cambios en ciertos genes (especialmente el gen período y el gen criptocromo);

• el desajuste horario (vuelos transcontinentales o por turno de trabajo);

• el uso de dispositivos electrónicos (luz azul).

Los cambios en el cuerpo de cada individuo y los factores ambientales pueden hacer que los ritmos circadianos y el ciclo natural luz-oscuridad no estén sincronizados.

Tratar de forzar un ciclo de sueño y vigilia que no se ajuste a nuestro cronotipo puede producir lo que se conoce como jet lag social, una discrepancia entre el tiempo determinado por nuestro reloj biológico interno y el tiempo social, generalmente dictado por nuestras obligaciones sociales, como el trabajo o la escolaridad.

Ritmos circadianos y cronoterapia

Investigaciones recientes muestran que la modificación de estos ritmos endógenos también puede tener graves consecuencias para nuestra salud y bienestar.

Según un estudio realizado en el año 2019, la interrupción del ritmo circadiano causada por trabajar en horario nocturno aumenta el riesgo de cáncer de mama, en mujeres, y cáncer de próstata, en hombres.

El mismo estudio concluyó que las personas que cenan más allá de las nueve de la noche también tienen mayor riesgo de padecer ambas patologías.

Este hallazgo ha hecho que los médicos comiencen a investigar un posible vínculo entre los tratamientos contra el cáncer y los ritmos circadianos.

Así surgió la cronoterapia que intenta mejorar la eficacia de los medicamentos mediante su administración en horarios que coincidan con los ritmos circadianos de las células cancerosas.

La propuesta está dirigida a individualizar los tratamientos, con el fin de optimizar los resultados y reducir la toxicidad de los anticancerígenos sobre el tejido normal.

Para lograrlo se están buscando biomarcadores que puedan ayudar a los médicos a crear cronoterapias personalizadas para sus pacientes.