La población mundial continúa incrementándose, y en consecuencia la necesidad de alimento también aumenta.

Sin embargo la constante urbanización, la degradación del suelo, el cambio climático y los costos del acceso al agua están causando problemas para los cultivos y la cría de ganado.

La investigación científica está buscando constantemente opciones de alimentos alternativos que sean sostenibles y nos proporcionen los nutrientes necesarios.

Y muchos científicos consideran que las algas pueden ser la solución.

Qué son las algas

Las algas son organismos fotosintéticos simples que crecen en el agua, ya sea dulce o salada.

Como cualquier planta, las algas viven mediante la fotosíntesis para crear sus propios nutrientes y agregar oxígeno al aire y al agua que las rodea.

No tienen hojas, raíces ni tallos, su tamaño puede ser muy variado y también su coloración: rojas, marrones, verdes y verde azuladas.

Ya se demostró, hace algún tiempo, el poder medicinal de las algas rojas para tratar el hígado graso, y de la espirulina, un alga verde azulada que ayuda a reducir la presión arterial.

Pero ahora la investigación está orientada a la alimentación y varios estudios han logrado demostrar que las algas pueden ser un superalimento sostenible.

El alimento del futuro

Según recientes investigaciones realizadas en el Centro de Biotecnología de Algas, en California (EEUU) las algas son, bioquímicamente hablando, un superalimento.

Esto se debe a su alto contenido en proteínas, ácidos grasos esenciales, minerales y vitaminas.

Las algas son uno de los alimentos vegetales más antiguos. Y producen todos los nutrientes que necesitamos.

Por ejemplo, son una excelente fuente de vitaminas del complejo B, vitamina K, hierro, magnesio, yodo y calcio.

También son ricas en antioxidantes, y es sabido que la oxidación es la causa de muchas enfermedades y del desgaste del cuerpo y el consiguiente envejecimiento.

Varias investigaciones han demostrado que dos microalgas, la espirulina y la chlorella, contienen entre el cincuenta y el setenta por ciento de su peso seco en proteínas completas, nutrientes elementales que no abundan en la misma proporción en otros vegetales.

Las algas también son una fuente ideal de ácidos grasos omega-3 para personas que siguen dietas veganas o vegetarianas.

Un superalimento sostenible

Las algas, a diferencia de la soja, la quínoa o el amaranto, que son las plantas que ofrecen proteínas completas, pueden ser cultivadas en terrenos no aptos para el cultivo, usando agua limpia, pero no necesariamente potable, y con un rendimiento muy superior de todos los aminoácidos esenciales.

Por si esto fuera poco, las algas tienen la capacidad de secuestrar dióxido de carbono (CO2), uno de los gases productores del efecto invernadero, lo que aumenta considerablemente su sostenibilidad a largo plazo en el sector alimentario.

El entorno en el que crecen las algas se puede controlar sin herbicidas, pesticidas u otras sustancias tóxicas, lo cual es importante para la salud humana y la producción de alimentos.

Pero también es importante destacar algunos de los desafíos que enfrenta la producción de algas para suplantar a otros alimentos.

En primer lugar, tanto el olor como el sabor de las algas no ha sido aceptado con agrado por todas las poblaciones del mundo, aunque en el Japón y otros países orientales se las consume desde tiempo inmemorial.

El otro inconveniente importante es que debido a que las algas tienen propiedades quelantes, pueden absorber sustancias del medio acuático en el que crecen, incluidos metales pesados y otros contaminantes, de manera que es imprescindible un estricto control de la calidad del agua en la que se las cultiva.