La paternidad modifica el cerebro masculino

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En muchos países las licencias por paternidad pagadas han cambiado respecto de las que existían en el siglo pasado.

La realidad demuestra que los padres, especialmente en los países más desarrollados, dedican cada vez más tiempo a sus hijos recién nacidos.

Un creciente cuerpo de investigación demostró que los niños con padres comprometidos en la crianza tienen una mejor salud física y mejor rendimiento cognitivo.

Recientes investigaciones han encontrado evidencia convincente de que el embarazo puede mejorar la neuroplasticidad en el cerebro de una mujer, lo cual podría explicarse por los cambios hormonales relacionados con el embarazo.

Pero recién ahora se están estudiando los posibles cambios en el cerebro masculino de padres primerizos.

Efectos del embarazo en el cerebro femenino

Un estudio que escaneó el cerebro de madres primerizas antes del embarazo y dos meses después del parto, observó que el volumen del cerebro de las nuevas madres era menor que el de una mujer sin hijos.

El embarazo parece afectar las estructuras de la corteza cerebral, que son las que más recientemente han evolucionado, incluidas las regiones vinculadas con el pensamiento sobre las mentes de los demás.

Estos cambios llevaron a suponer que se producen para facilitar la crianza del recién nacido, que es muy demandante pero aún no puede expresar sus necesidades.

Y se supuso también que esos cambios podían deberse a las modificaciones hormonales producidas durante el embarazo.

Pero entonces ¿cómo podía ser que los padres, que no pasan por el embarazo, puedan ser capaces de atender a sus bebés?

Los cambios en el cerebro masculino

Cuando realizamos una nueva actividad, como por ejemplo aprender un idioma diferente de nuestro idioma nativo, nuestro cerebro sufre modificaciones. A esto se lo denomina neuroplasticidad.

Un cuerpo de investigación, aún escaso, está observando este tipo de plasticidad en los padres que experimentan las demandas cognitivas, físicas y emocionales de cuidar a un recién nacido.

Uno de esos estudios escaneó el cerebro de cuarenta hombres, realizando dos estudios de resonancia magnética: el primero durante el embarazo de su pareja, y el segundo después que el bebé cumplió seis meses.

Un grupo de hombres sin hijos sirvió como grupo de control.

El estudio demostró que, en un mismo período, se habían producido cambios significativos en los cerebros masculinos entre el período pre y postnatal, comparados con los cerebros de los hombres sin hijos.

Los cambios en el cerebro de los padres aparecieron en regiones de la corteza que contribuyen al procesamiento visual, la atención dirigida a objetivos y la empatía.

Evidentemente, al no existir cambios hormonales, en los hombres los cambios cerebrales se supuso que se debían a la interactuación que tenían con sus hijos.

Este tipo de investigaciones pueden ayudar a que los sistemas de seguridad social puedan facilitar una mejor y más prolongada relación entre padres e hijos, concediendo licencias pagas más extensas, considerando la importancia de los padres en el desarrollo físico e intelectual de los niños.

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