Cómo consolidar hábitos saludables

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Todos estamos convencidos de que un estilo de vida saludable es la mejor opción para obtener un cuerpo esbelto, una piel espléndida y bajar los niveles de estrés que nos provoca nuestra agitada vida diaria.

Es así que un día uno decide “ponerse a dieta” o comenzar a hacer alguna actividad física.

Especialmente cuando se acerca la época estival y comenzamos a pensar en las ropas livianas y los días de playa en los que exhibiremos más nuestros cuerpos.

Entonces decidimos que vamos a comenzar a hacer cambios en nuestra alimentación y también comenzaremos a realizar más actividad física. Y nos planteamos ir a un gimnasio.

Pero a la mayoría nos sucede lo mismo.

Empezamos con la dieta el lunes, nos matamos en el gimnasio el martes… y ese fin de semana olvidamos todo porque salimos a cenar con amigos.

Nos olvidamos de la dieta. Y al día siguiente solamente tenemos ganas de pasarlo tirados en la cama o en el sillón del living viendo televisión.

Y lo que es aún peor. Pensando que ya las cosas no tendrán arreglo, y que cambiar la rutina habitual por otra más “saludable” no es para nosotros, abandonamos todo porque somos incapaces de perdonarnos por haber “fracasado” en el intento.

Crear hábitos a largo plazo es muy difícil

La realidad es que tanto nuestros cuerpos como nuestras mentes son, en general, bastante reacios al cambio.

El cambio es difícil. Convertir cualquier cambio en una constante es aún más difícil.

En psicología de la salud, el mantenimiento del cambio de comportamiento es de gran interés debido a la alta tasa de abandono.

Para transitar más fluidamente el camino entre las buenas intenciones y un estilo de vida más saludable realmente consolidado podría ser muy útil plantearse algunos hitos intermedios que nos conduzcan a un final feliz… y duradero.

El primer mes es especialmente importante, ya que es el tiempo aproximado que tarda un nuevo comportamiento en convertirse en un hábito.

Aquí van algunos recursos que pensamos que pueden ser útiles.

Ponerse metas realistas

Si nunca has ido al gimnasio lo importante puede ser que elijas una actividad que no te resulte agotadora o frustrante.

Tal vez lo más adecuado puede ser iniciar una actividad que implique poner el cuerpo en movimiento pero de manera placentera y divertida: una clase de zumba, una caminata por un parque, una clase de yoga o de Pilates, o clases de acquagym.

En cuanto a la alimentación, si estás excedido de peso no pretendas bajar diez kilos de peso en una semana, ni te sometas a dietas muy restrictivas.

La insatisfacción y la frustración pueden conducir a la depresión y al abandono de la nueva rutina.

Lo mejor es centrarse en la idea de comer cada vez mejor y sentir el cuerpo trabajado por el ejercicio pero sin agotamiento, dolores o calambres que trastornen las actividades habituales.

Acomodar las nuevas actividades en horarios fijos

Para las actividades físicas es importante encontrar un horario para practicarlas de manera regular.

Se trata de encontrar un tiempo específico en la rutina diaria para no tener excusas que favorezcan la deserción.

Y en lo que respecta a la dieta, a menos que cuentes con algún servicio especializado de entrega de dietas a domicilio, para no caer en el consumo de comidas rápidas (que suelen ser sinónimo de comida “chatarra”) también tendrás que considerar un tiempo para la preparación de tus propias viandas.

Una manera muy práctica es dedicar algunas horas del fin de semana para preparar la comida para el resto de los días laborables.

Buscar soporte grupal

Consigue algún amigo que tenga tus mismos intereses o únete a una clase en la que se practique la actividad elegida,

Te brindarán apoyo cuando lo necesites, y tendrás que dar explicaciones cuando tengas ganas de saltearte la práctica habitual. Y no valdrán excusas pueriles.

Respecto de los hábitos alimenticios, si no te has puesto metas demasiado exigentes y dietas muy estrictas, incorpora a la familia o a tu pareja para que siga el mismo régimen alimentario.

Es la mejor forma de evitar “tentaciones”.

Cuando se van cumpliendo los objetivos vale una recompensa

No se trata de que te comas un trozo de pastel de chocolate cuando la balanza te muestra que bajaste de peso, ni de que consideres que si haces una hora más de gimnasia puedes tomarte unas cervezas con tus amigos.

Los premios no tienen que ser una comida por el éxito ni el ejercicio compensa atracones.

Puedes elegir hacer una compra de algo que deseas mucho o concurrir a una sesión en un salón de belleza, para verte aún más espléndida. Y si eres un hombre puedes adquirir un nuevo equipo deportivo para el gimnasio o un nuevo dispositivo electrónico.

Prestar atención a los resultados

A medida que avanzas hacia el desarrollo de nuevos hábitos, presta especial atención a cómo te sientes a medida que los incorporas a tu vida.

¿Estás satisfecho con el cambio y sus resultados? ¿Crees que necesitas intentar algo diferente?

Si los resultados no te satisfacen del todo, no te mortifiques. Simplemente siéntete contento de haberte dado cuenta de que tal vez algún cambio puede mejorar los resultados. Y por supuesto ¡inténtalo!

Cualquier tipo de cambio de comportamiento es una especie de viaje hacia un futuro diferente.

La clave es simplemente dar pasos hacia algo que nos hará sentir mejor.

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